Hay muchas maneras de informar sobre los libros y las historias que se leen en las aulas. Por ejemplo, esas lecturas pueden terminar siendo unos riquísimos bocadillos, aunque con ingredientes que se alejen de la comida basura, si es posible. Y eso a pesar de que los materiales sólo sean cartulinas y folios de colores. Así hicimos nosotros:
- En la barra de pan, en su parte superior, cada alumno escribía el título y el nombre del autor del libro. También anotaba el suyo propio, como lector de esa obra. El color del pan variaba, ya que podía ser de trigo, de centeno o incluso de maíz.
- A continuación, en las rodajas de tomate, se escribían los nombres de los protagonistas y de otros personajes importantes. Los tomates eran rojos, por supuesto.
- En una bonita hoja de lechuga (verde, claro) se anotaban las referencias del lugar o escenarios que se citaban en el libro.
- Una loncha de jamón, con tonos rosáceos, se utilizaba para resumir con brevedad el problema principal que se contaba en la obra. Si el lector o lectora lo deseaba, el jamón podía cambiarse por salmón marinado.
- En unas porciones de queso, de vaca o de cabra, cada alumno explicaba de forma sencilla el desenlace del libro que había leído.
- Por último, en la parte inferior de la barra de pan dibujaba y coloreaba una escena favorita de la obra. Así, ilustraban las historias que habían conocido.